EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

La educación es, sin duda, un espacio privilegiado para formar desde la infancia en la convivencia pacífica y para fomentar la reflexión crítica sobre las desigualdades entre mujeres y hombres. Por ese motivo, no se pueden dejar pasar citas tan significativas como las del 8 de marzo, recordando los éxitos conseguidos, que han sido muchos, y reivindicando un mundo más slidario, en el que tantas cosas quedan aún por lograr para alcanzar una igualdad justa.

Por eso, desde los centros educativos, día a día, se pretende contribuir a crear las condiciones necesarias para favorecer los aprendizajes para la vida afectiva y para revisar la forma en que asumimos la diversidad de modos de ser mujer y de ser hombre, como base imprescindible para construir nuevas relaciones basadas en la equidad, el respeto y la corresponsabilidad, alejando así los estereotipos de género.

Este año, en nuestro centro, se ha preferido abordar esta efeméride como un día más de trabajo, obviando celebraciones y sí abordando el tema en todas y cada una de las clases, reflexionando y realizando actividades relacionadas (dibujos en viñetas, tareas cotidianas en casa, relaciones familiares, juegos cooperativos...) y encuadradas en unos objetivos previamente definidos en nuestro Plan de Igualdad:
  • Valorar y admirar el papel de las mujeres en la sociedad actual.
  • Respetar la profesionalidad, sin prejuicios de quién la desempeñe.
  • Valorar las tareas del hogar.
  • Colaborar, sin distinción, en las labores domésticas.
  • Reconocer y estimar el cariño y amor de nuestros padres y madres.
  • Fomentar el respeto mutuo.
  • Ser capaces de ponerse en el papel de los demás.

Esperemos que no caigan en saco roto. El futuro está en manos de nuestra juventud.

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